Plantaciones Cafetaleras de Cuba cumplen 25 años como Patrimonio Mundial

El 29 de noviembre del 2000, este Paisaje Arqueológico fue reconocido como un tesoro del mundo

Publicado por Sol de Cuba, 26/11/2025


Un cuarto de siglo cumple ya el Sitio Cultural Paisaje Arqueológico de las Primeras Plantaciones Cafetaleras en el Sudeste de Cuba desde que fuera incluido en la lista de Patrimonio Mundial, suceso acontecido el 29 de noviembre del año 2000, por considerarse que las ruinas de estas plantaciones representan un testimonio único de un modelo de explotación agrícola en un entorno natural virgen.

Medios de prensa de toda Cuba recuerdan por estos días el hito en la historia cultural de la nación, que preserva con cuidado este legado del siglo XIX y principios del XX, cuando la producción de café en el sudeste de Santiago de Cuba y Guantánamo dio lugar a un paisaje cultural distintivo, que ilustra una etapa crucial en el desarrollo de la agricultura en la región.

Hoy, recuerda la revista especializada TTC, la zona designada como Patrimonio Mundial abarca 81,475 hectáreas y contiene 171 vestigios de antiguas haciendas cafetaleras, que se encuentran en diversos estados de conservación. Este territorio también está atravesado por una red de caminos que servían como vías de comunicación entre las haciendas y los puntos de exportación del café.

Su valor artístico mayor es evidente en las soluciones estéticas y formales manifestadas en los volúmenes arquitectónicos, elementos decorativos y en las instalaciones productivas y domésticas del batey cafetalero. Las ruinas revelan el refinamiento de los propietarios franceses, incluyendo chimeneas, muebles elaborados y jardines al estilo italiano.  

La llegada de colonos de Saint Domingue, tras la Revolución Haitiana de 1791, trajo consigo una rica huella cultural que influyó en el arte, comercio y costumbres de la región. Muchos de estos inmigrantes eran antiguos propietarios de plantaciones que establecieron nuevas propiedades en las montañas cercanas a Santiago de Cuba.

 Casi una década antes de su nombramiento como Patrimonio Mundial, un conjunto de 94 asentamientos cafetaleros en Santiago de Cuba había sido declarado como Monumento Nacional de Cuba, hecho ocurrido el 30 de diciembre de 1991.

El 30 de diciembre de 1991, un conjunto de 94 asentamientos cafetaleros en Santiago de Cuba fue declarado Monumento Nacional. Actualmente, la gestión y conservación de este patrimonio está a cargo de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba y el Centro Provincial de Patrimonio Cultural. Recientemente, el Centro de Interpretación de la Cultura del Café (Casa Dranguet) y la empresa mixta Biocubacafé S.A. han formado alianzas para preservar tanto el patrimonio material como el inmaterial de la cultura cafetalera en el suroriente cubano.

En un artículo firmado por el Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba, Omar López Rodríguez, publicado en TTC, el experto señala que “En Cuba, tomarse una taza de café, acabado de colar, es un ritual que involucra sentimientos, pasiones y conquistas; y cuando se sugiere un origen, se transita hasta aquel instante extraordinario de la historia, la Revolución de Haití, su cercanía geográfica con Santiago de Cuba y la migración francesa que decidió implantar –previo acuerdo con los gobernantes “ilustrados”, el cultivo del “grano milagroso” en las montañas del Oriente de la Isla, lugar con las condiciones requeridas para su cultivo y desarrollo”.

Recuerda el desarrollo acelerado de la industria cafetalera en la cordillera de la Gran Piedra y su extensión por todo el ámbito montañoso, lo que posibilitó un comercio ampliamente beneficioso con Europa, que abarcó todo el siglo XIX, hasta los inicios de las guerras de independencia del pueblo cubano en su intento por afectar la economía colonial, todo lo cual dio inicio para siempre a la cultura del café en la Isla.

“Hoy, este patrimonio mundial, el primero vinculado con el café que ostenta esa categoría, se muestra a visitantes y turistas, unos restaurados y otros en espera de su conservación necesaria, pero todos demostrativos de un quehacer del pasado inspirador para la continuidad del proceso productivo del café, entendiendo esto como la cadena que vincula tradición y modernidad para satisfacer y validar el Proyecto Los Caminos del Café un intento por llevar adelante, junto al rescate patrimonial, el de una labor social con las comunidades campesinas establecidas que perciben en ello una opción de presente y futuro. La colaboración internacional ha llegado de la UNESCO, el Gobierno y entidades francesas, y se sigue ampliando en estos años con resultados”, apunta el historiador.

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