Costumbrismo, tradición, folclor y mitología vernácula, con mucho de criollo humor, amén de simpatía, también para degustar.
Polifacético artista cubano, de formación autodidacta, fue Samuel Feijóo Rodríguez, un irrenunciablemente proguajiro villareño, nacido el 31 de marzo de 1914 en el poblado de Jorobada —¡abrió los ojos con la comicidad sonriéndole!— cerca de San Juan de las Yeras, en el actual municipio de Ranchuelo, provincia de Villa Clara. Su vasta y bien delineada producción narrativa, en tanto que poética, se enmarca recurrentemente en los ambientes rurales y la mitología cubana, particular mundo creativo que prefirió no abandonar jamás. Una prolífera visualidad a través de su visión de la plástica, plasmada en pinturas, dibujos e inusitadas ilustraciones, acompañó siempre su accionar como promotor del movimiento de artistas populares en la antigua provincia de Las Villas, donde fuera vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en 1969. Asimismo, como incansable profesional de las letras y defensor de la equidad social, colaboró desde 1953 con la emblemática revista Bohemia. En 1958, edita la revista Islas; y posteriormente, en 1969, la revista Signos, de la cual fue su director, ambas publicaciones, a través de la Universidad Central de Las Villas. Común denominador de su cívico pensar y valiente escritura, fue la omnipresente denuncia de los desmanes y vicisitudes que sufriera el campesinado cubano, en tiempos de la nunca suficientemente caricaturizada seudorrepública. Pero sin faltarle el aderezo mayor de la idiosincrasia nacional: la hiperbolizada expresión de cuanta cosa fuera o sucediera, bien cargada de desembarazadas expresiones y con choteo pertinazmente incluido, a modo de infalible antídoto criollo, contra todo lo indeseable que a la existencia se le ocurra inventar. Murió en La Habana, quizá porque no le dio tiempo para algo mejor, el 14 de julio de 1992. No soslayó el comer y el beber como ingredientes de la simpatía, sin divorcio alguno con la aguda denuncia social y una siempre enaltecedora cubanía. Véanse, a continuación, algunos fragmentos del intelecto feijooiano que sin dudas, es.
Por Jorge Méndez Rodríguez-Arencibia
Chef Internacional y Presidente ejecutivo, Cátedra Cubana de Gastronomía y Turismo
Samuel Feijóo o The greatness of the simple
Costumbrism, tradition, folklore and vernacular mythology, with plenty of native humor and sympathy, to be tasted as well.
Samuel Feijoo Rodriguez was a self-taught and multifaceted Cuban artist, a Villa Clara-born champion of peasants, who came to this world on March 31, 1914, in Jorobada settlement – he opened his eyes with comedy smiling
at him! – near San Juan de las Yeras, at Ranchuelo municipality and Villa Clara province. His vast and well-conceived narrative production, with poetic style, is recurrently related to country environments and Cuban mythology, a creative world he decided to keep. Without leaving the national idiosyncrasy seasoning behind: the hyperbolized expression of whatever it was or happened, with plenty of uninhibited expressions and persistently-included okes, like an infallible native antidote against every undesirable element of existence. He passed away in Havana, perhaps because he did not have time for something better, on July 14, 1992. By the way, he did not avoid eating and drinking as ingredients of sympathy, without putting aside sharp social denunciation and his always extolling Cuban identity. Read below some fragments of Feijoo’s intellect, complemented by comments that show ecognition and admiration. These are some of his touches.